(una especie de) prefacio

(espasmos)

a propósito de lo que se escribe…

La idea de estas “composiciones” se lleva a la rastra a toda la noción de que es el pensamiento previo, la elucubración, que solemos ver en todo tipo de “arte” o de expresión “artística”, aquello que es propio de un artista

No solo no concibo la idea misma del “arte” solamente como una elaboración masticada, redefinida y luego puesta a los ojos del mundo, sino que trato de hacer un signo igual entre aquel sentimiento humano de expresarse ( a través del medio que cada uno pueda) y el arte

Es decir, basta que ese sentimiento impacte en otro para que sea “arte”. El concepto de lo “artístico” como privilegio de algunos (en general de los “artistas”) no encuentra en este mundo ningún espacio

Toda palabra, acción, reacción, caricia, abrazo, explicación que lleve consigo un sentimiento que conlleve una sensibilidad es arte

O acaso poder decirle a alguien que lo/a amo/a, no tiene nada que ver con el arte?
O acaso una palabra precisa a ese alguien que llora, que sufre, que lo saque de su miseria, acaso eso no es arte?

Es desde aquí, que buscare expresar el arte: desde el sentimiento, desde el sufrimiento, desde la depresión, desde la soledad, desde la compasión, desde la felicidad…

Tratando de que esto “toque” a ellos que lo leen y sabiendo que los mismos son tan artistas como aquel que escribe…

1 de junio de 2009

María Juana: la primera vez

Era una noche calurosa cuando Federico, uno de los pibes del club, llegaba a la esquina donde parábamos, con un cigarrillo de mariguana. Nos había dicho que el hermano había “pegado” y que por 5 pesos nos conseguía un “faso”.

Yo jugaba en la novena de Racing, en el predio de Viejo Bueno, Lanús. Federico jugaba de zaguero central y yo era lateral izquierdo (luego de andar deambulando un buen rato por la mitad de la cancha hasta encontrar un puesto), entablamos una buena amistad debido al tiempo que pasamos juntos y el sufrimiento por cualquier gol que nos convertían.

Yo había escuchado que el “faso” te ponía re loco, te reías y te relajaba. La idea era esa, fumar para pasarla bien.

Y ahí estábamos fumando Fede, Carlos y yo. El resto de los pibes no fumaban.

Lo particular es que yo odiaba (y odio) profundamente el tabaco, la nicotina, el cigarrillo “careta”, el solo hecho de pensar en fumar eso me daba arcadas. La gente que fuma huele feo.

Pero cuando olí por primera vez el rico olor de la mariguana en la popular de la cancha de Racing, sentí que ese olor era puro, rico, aromático un olor que atrae. Es así que me decidí a fumar “porro”, a hacer eso que todo el mundo dice (ahora lo dicen menos fuerte) que te lleva directamente al delito, al asesinato, a la compulsión, a la cocaína y a otras drogas más.

Pero que noche pase… quede “re loco”, pero eso no fue lo importante, sino que me pase de rosca y me termino pegando como el orto. Termine en mi casa gracias a la colaboración de los pibes de Racing que no me dejaron tirado.

Esto fue cuando tenía 14 años, en el año 1998.

Por un tiempo largo no fume más. Deje de ir a entrenarme y me aleje de mi primer dealer. Va a ser recién en un verano en Gessel donde volví a probar, junto con amigos, y a partir de ahí empezó otra historia.

1 comentario:

  1. Me gustó mucho la (especie de) prefacio: la jocosa convicción que demuestra me empuja a intentar leer tu blog, prometo intentar leerlo (con la pertinente escafandra que me permita sobrevivir a la blogósfera).
    Con respecto a este texto que comento: aguante el faso.
    Saludos man

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